Sevilla, 9 de marzo de 2023. Fuente: laestrella.com
Desde hace un poco más de 2 años llega al Parque Eólico de AES Panamá en Penonomé, Marlina Herrera, una mujer que tiene bajo su responsabilidad el adecuado funcionamiento de los 22 aerogeneradores que conforman el parque. Además, esta ingeniera egresada de la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP) tiene el reto de fiscalizar los procesos que se llevan a cabo dentro del parque para que se cumplan todas las políticas y procedimientos relacionados a seguridad, salud y ambiente.
Herrera cuenta con una experiencia de muchos años en el sector energético. Sin embargo, no es si no desde que asumió el cargo de coordinadora de seguridad, salud y ambiente en el Parque Eólico de AES en Penonomé, que su carrera dio un vuelco de lo meramente ambiental a tener que sacar adelante temas de mantenimiento, operatividad y control. “Siempre me interesó AES y en pandemia se abrió una vacante en mi provincia de origen. Mi familia vive en esta provincia central y yo me trasladé a Coclé durante la pandemia: así que cuando salió la vacante opté por ella sin pensarlo”.
Esta experta en manejo de riesgo y trabajos en altura es la única mujer dentro del Parque Eólico y la primera en Panamá en estar certificada para ascender y realizar operaciones dentro de una turbina o aerogenerador por la Global Wind Organisation (GWO), una organización que establece los estándares a seguir para que capacitar al personal que puede realizar el trabajo de mantenimiento de los aerogeneradores.
Estar a cargo de técnicos y operadores, fiscalizar su trabajo y gestionar su seguridad realmente ha sido bien complejo. “Debo reconocer que mi llegada al Parque fue difícil, en el sentido de que había un proceso de reajuste de cultura organizacional, pues AES Panamá recién había adquirido el parque y el personal que lo conformaba se regía por las características de la empresa anterior. Como en todo proceso de cambio las cosas son complicadas al inicio. Empecé a trabajar en la adaptación a la cultura y en socializar el tema de que la seguridad es fundamental y sobre todo que estas acciones se realizan en beneficio de todos los trabajadores. Progresivamente, nos fuimos integrando y me fui ganando el respeto de todos”, comenta Herrera.
Cuando se trabaja en equipo es importante aprender a identificar las fortalezas de cada uno para que el trabajo salga de forma coordinada, prosigue la ingeniera. “Incluso siempre trato de identificar mis propias fortalezas y resaltarlas. Por ejemplo, soy una persona que algunos podrían identificar como débil, por mi contextura física. Soy pequeña y delgada y algunos podrían pensar eso…que soy débil o delicada. Pero soy una mujer con mucho carácter y segura de mí misma, conozco mis capacidades y me gusta que los demás se sientan seguros cuando trabajan conmigo, por eso trato de asegurarme de que vean más allá de la apariencia física y que sientan que están con un compañero más.
Una mujer preparada para escalar
En el proceso de entender cómo funcionaba el parque y de tratar de implementar las normas adecuadas de seguridad salió el tema de poder optar por la certificación para subir a los aerogeneradores y realizar eficientemente la fiscalización de procesos de operación, mantenimiento y seguridad.
“Obtener este certificado, nos tomó un año y medio. Primero, contactar a la GWO y revisar las opciones fuera de Panamá pues no contamos con empresas miembros de esta organización. Luego, seleccionar una opción en Costa Rica, que por temas de la pandemia (2021) no logramos concretar. Posteriormente, decidimos movernos para conseguir las condiciones que solicitaba la GWO en una empresa panameña y lograr que nos autorizaran a tomar la capacitación en un lugar que identificamos y ellos aprobaron. Finalmente, logramos que vinieran los instructores para entonces formar a 8 personas de AES, entre ellas yo, con estas competencias en Panamá”, explica la especialista en alturas.
Ya con su certificación Herrera realiza su primera experiencia de subir a un aerogenerador, la cual destaca como “increíble”. Según explica, el equipo con el que se debe subir pesa casi 40 libras, todo un reto para alguien con su contextura física. “Subir a los aerogeneradores significa escalar 90 metros, por la parte interna. Hay ciertas áreas para realizar varios descansos en el proceso, y cuando vas subiendo sientes que los brazos y piernas te tiemblan por el peso de los equipos. Puede ser que te falte el aire, todo es oscuro, solo se ve un túnel con algo de luz al final del ascenso”, agrega.
Cuando el escalador llega a la góndola de arriba, y se logra quitar todo lo que lleva encima, siente un gran alivio. Después de ese descanso se deben colocar de nuevo los arneses y abrir la escotilla para salir al exterior del aerogenerador: “es allí cuando sientes una sensación indescriptible. Realmente sucede como todo en la vida… ¡puede ser que te esfuerces mucho para alcanzar algo, y que el proceso sea duro y difícil, pero cuando logras llegar al final, te das cuenta de que todo valió la pena!”, comenta emocionada.
Cuenta Herrera que esa primera vez también le sirvió para entender qué debía mejorar en su siguiente ascenso: no llevar jeans, o botas pesadas, utilizar vestuarios que permitan mayor movilidad, fortalecer brazos y piernas, entre otros detalles. Definitivamente, considera que ha ido mejorando sus técnicas y se siente mejor en cada subida.
Experiencias como las de Marlina Herrera pueden ayudar a muchas otras mujeres a que se sientan motivadas a retarse a sí mismas y a romper con barreras sociales que muchas veces dificultan su desarrollo profesional. “Algunos creen que existen cargos hostiles para las mujeres, pero si algo verdaderamente te apasiona, aunque cueste, aunque represente exigirse un poco más de lo que algunos consideran normal, no dejes de hacerlo, pues te hará realmente feliz”. Esta ingeniera de altura concluye con un consejo: hay que capacitarse continuamente, formarse en diversas áreas para no limitarnos. Tengan la certeza de que acumular conocimientos nos ayuda a ser competentes ante cualquier reto”.