LA NECESARIA REINDUSTRIALIZACIÓN DE ANDALUCÍA

Artículo del Presidente de CEA en El Economista

La industria es un sector fundamental para que Andalucía pueda lograr un crecimiento económico equilibrado y sostenible en el futuro. La contribución que realiza la actividad industrial en la economía no se reduce a la riqueza y al empleo generado por sí misma, sino que va mucho más allá por el significativo efecto arrastre en toda la cadena de valor regional.

Nuestra tierra debe ser un buen lugar para la inversión porque en ese flujo inversor las actividades industriales han de tener un protagonismo de primer orden. Y para que ello sea posible, es necesario propiciar un “ecosistema” administrativo, empresarial, económico y social idóneo, que se adapte a ese gran objetivo.

El largo periodo de crisis ha castigado duramente a la actividad industrial andaluza. Un sector que ha perdido en nuestra región sobre un 15% de su valor añadido en los últimos siete años, tras verse afectado no solo por una menor demanda mundial de bienes industriales, sino también por otros fenómenos, no exclusivos de Andalucía, puesto que gran parte de las economías desarrolladas han visto reducida su capacidad industrial.

Pero, a pesar de la larga y dura crisis de los últimos años, Andalucía ha seguido contando con numerosas empresas industriales ejemplares, altamente competitivas, en la vanguardia de la innovación y con una sólida presencia internacional.

En la actualidad disponemos de una atractiva industria aeroespacial, dos grandes polos tractores de actividad industrial, química y energética, y una potente industria agroalimentaria que, además, ha sabido en estos difíciles años, abrir mercados exteriores con notable éxito, y actuar a su vez, como elemento estratégico para la cohesión en el medio rural.

Disfrutamos también de otras ramas industriales vinculadas a la automoción o a la minería, con una dilatada trayectoria en la región y que se manifiestan con una pujante actividad empresarial, y con una incidencia muy positiva en la innovación y el empleo.

Teniendo en cuenta estos efectos favorables para el desarrollo económico, es necesario que la industria crezca, se diversifique en el territorio, que haya más empresas industriales y que éstas ganen tamaño. Ese es el proceso de reindustrialización que debe perseguirse.

Habría que enmarcar esta corriente de desarrollo industrial, en el ámbito de los objetivos propuestos por la Estrategia Industrial de Andalucía 2020, fecha en la que el peso de la industria tendría que ser el 20% del PIB.

Pero para que estos objetivos sean una realidad en 2020, no podemos dejar pasar más tiempo y es necesario actuar con soluciones concretas y eficaces ante la sobrerregulación que sufre el sector, la lentitud de la tramitación de permisos y autorizaciones, así como la habitual falta de coordinación entre las administraciones con competencias a la hora de tomar decisiones. Por no hablar de las exhaustivas exigencias en el cumplimiento de las más que rigurosas normativas sectoriales.

Precisamente, asumir desde Andalucía los objetivos que nos marca Europa requerirá, por un lado, saber aprovechar estas actividades en las que Andalucía es competitiva, para poder desarrollar nuevos vectores de crecimiento industrial en la región.

Debemos dotarnos de una política verdaderamente pro industrial de largo plazo y estable, transversal, desde el compromiso y la implicación de todas las Administraciones Públicas con la industrialización de Andalucía, sobre la que poder pivotar el cambio de patrón de crecimiento económico regional.

En definitiva, impulsar la competitividad de las industrias complementarias y auxiliares andaluzas, para que puedan integrarse en las cadenas de valor de las grandes industrias tractoras instaladas en la región, y de aquellas otras que puedan instalarse y a las que hay que saber atraer.

La reindustrialización de Andalucía como concepto exige también voluntad, compromiso y esfuerzo conjunto de las empresas, en primer lugar, de las administraciones y también de la sociedad. La industria debe seguir siendo un motor de la economía andaluza, seña de identidad y garantía de futuro para vencer nuestro elevado desempleo estructural.