HACIA UN NUEVO PERFIL DEL TEJIDO EMPRESARIAL ANDALUZ

Artículo del Presidente de CEA para Agenda de la Empresa Nº 225

Según la estadística oficial, en la Comunidad Autónoma de Andalucía operan un total de 489.347 empresas, que lo hacen a través de los 558.958 establecimientos o locales productivos que hay diseminados por todo el territorio regional. Éstas son las cifras objetivas en el aspecto cuantitativo del tejido empresarial andaluz. Y detrás de ese número existe una realidad más compleja que conviene analizar para saber cuál es su el perfil y si es el adecuado o el óptimo para este nuevo siglo que nos trae tantos cambios y novedades.

De antemano, hay que señalar que, si se profundiza un poco en su estructura, nos encontramos con un perfil que tiene que cambiar para afrontar con éxito estos nuevos tiempos. Por tanto, convine saber antes cuáles son las medidas y las hechuras de ese tejido empresarial para encontrar remedios que permitan transformarlo y adecuarlo a las necesidades económicas y sociales actuales.

Para conocer mejor ese perfil hace falta también tener perspectiva de su evolución. Si se toma un periodo de dos décadas y partimos del año 1995 se identifican dos puntos de inflexión en la evolución de nuestro desarrollo empresarial. El primero de ellos, coincide con el inicio de la crisis internacional de 2007 y 2008, y el segundo punto de inflexión se halla en el comienzo de 2013 y 2014, en el que se suscita una nueva fase expansiva de las actividades empresariales.

En este nuevo proceso de impulso económico nos encontramos que se ha recuperado, en número de empresas, más de la mitad de lo perdido durante la crisis, por lo que nuevamente avanzan en paralelo crecimiento económico, expansión empresarial y creación de empleo. Circunstancia que se deja sentir, con mayor o menor fuerza, en todas las provincias andaluzas.

Esta situación se debe al hecho de que, tras tocar suelo en 2010, en Andalucía se viene registrando un incremento continuo en el ritmo de creación de nuevas sociedades mercantiles. Crecimiento que para 2016 se situó en el 5%, tras constituirse cerca de 16.700 sociedades en nuestra región. De tal forma que la media mensual de 1.391 empresas/mes en 2016 mejoró el registro medio de la última década. En el primer cuatrimestre de 2017, la media mensual andaluza de constitución de sociedades mercantiles se aproxima a las 1.500 empresas/mes.

Sin embargo, ésta es una coyuntura donde el talón de Aquiles sigue estando en los niveles de capitalización de estas nuevas iniciativas empresariales andaluzas, que se sitúa en torno al 70% del promedio nacional, y lejos aún de los registros anteriores a la crisis. Con todo, han traído aparejada una inversión en capital inicial total cercana a los mil millones de euros, que, sumados a las operaciones de ampliación de capital, ha supuesto para la economía andaluza una inversión privada cercana a los 6.500 millones de euros.

A resultas de esta trayectoria, Andalucía mantiene en los últimos años en torno al 15% su participación sobre el tejido empresarial español. Este porcentaje coloca a la Comunidad andaluza en el tercer puesto del ranking de las CC. AA. españolas en cuanto a número de empresas, por detrás de Cataluña y la Comunidad de Madrid.

Un protagonismo que, no obstante, Andalucía pierde en términos de densidad empresarial; es decir, la ratio empresas/población. En el caso andaluz supera ligeramente la cota de las 58 empresas por cada mil habitantes, siendo ésta mayor en la zona oriental de la Comunidad Autónoma. Por tanto, serían precisas unas cien mil empresas más operando en nuestro territorio para enjugar la diferencia con la densidad media nacional (70), a las que habría que sumar otras tantas para alcanzar los niveles medios de los territorios autonómicos que encabezan este ranking, como las Islas Baleares (81), la Comunidad de Madrid (80) o Cataluña (79).

En cuanto a nuestro tejido empresarial en sí, éste presenta unos rasgos característicos similares en todas las provincias de Andalucía, y que se resumen básicamente en el protagonismo del empresario individual (57%) frente a las fórmulas societarias (35%), aunque éstas también hayan ido ganando presencia con el transcurso de los años y demostraron mayor resistencia en la época de crisis. Como consecuencia de ello la atomización del tejido empresarial andaluz es evidente, donde nueve de cada diez son microempresas, por lo que cuentan con menos de diez empleados. Éste es un actor básico de la vida empresarial de toda la Comunidad Autónoma.

Otro rasgo distintivo del perfil de tejido empresarial andaluz es la importancia que adquiere el sector de los servicios (80%) en la actividad y el desarrollo empresarial de los territorios, en especial, en el sector del comercio, al que pertenece una de cada cuatro de las empresas andaluzas. Por su parte la actividad industrial mantiene una posición relativa menos destacada sobre el conjunto del tejido empresarial regional, que se compensa en parte por la mayor dimensión que adquieren las mismas.

Lo cierto es que la región andaluza presenta una dimensión y una densidad empresarial inferior a la media nacional. Ser capaces de compensar desde Andalucía estos diferenciales que son desfavorables para la Comunidad Autónoma, significaría lograr la capacidad para generar más de medio millón de nuevos puestos de trabajo en la Comunidad Autónoma, o lo que es lo mismo, recortar la tasa de paro regional en más de diez puntos porcentuales.

Por consiguiente, sería necesario que, además de favorecer la aparición de nuevas iniciativas empresariales, se promueva e impulse la consolidación, el crecimiento y el desarrollo de las empresas existentes; es decir, auspiciar un mayor protagonismo de las medianas empresas dentro de la vida empresarial del territorio andaluz. Es éste un objetivo esencial que se debería atender por parte de la política económica y los programas públicos de fomento empresarial a desarrollar en Andalucía, al objeto de poder acelerar el ritmo de creación de riqueza y de empleo.

En conclusión, desde la óptica empresarial, en la Comunidad Autónoma de Andalucía se observa en las dos últimas décadas que persisten ciertos obstáculos de naturaleza estructural que acaban afectando o condicionando la densidad, la dimensión y la diversificación del tejido productivo regional. Obstáculos que habrá que saber identificar y que hay que tratar de superar con nuevas propuestas transversales para el medio y el largo plazo, al objeto de poder avanzar en desarrollo y bienestar.

En definitiva, Andalucía necesita renovar y cambiar el perfil de su tejido empresarial para dar nuevas y mayores oportunidades de empleo, para mejorar su atractivo para la inversión privada y para potenciar su competitividad económica ante los desafíos del siglo XXI.

Javier González de Lara y Sarria, Presidente de CEA.