8 de abril de 2020.
Vivimos en un contexto de incertidumbre, de conflictividad y de cambio global a nivel mundial que se ha visto convulsionado, además, por una amenaza insospechada y dramática, que está poniendo a prueba a toda la sociedad a nivel planetario, como es la grave crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus.
El mundo está cambiando también de forma vertiginosa. La revolución tecnológica ha impactado de manera decisiva en nuestro entorno, tanto en la geopolítica, como en el desarrollo de algunas ideologías y populismos, que suscitan nuevos riesgos para la convivencia y nuestra estabilidad.
Y todo ello tiene incidencia directa sobre la economía y las empresas. Sirvan como ejemplos el impacto del Brexit sobre nuestras exportaciones, el incremento de aranceles de la Administración Trump, o las tormentas financieras que sacuden de manera inesperada los mercados internaciones.
En medio de esta situación, como una luz en medio de tantos nubarrones, como un referente al que agarrarse a la hora de pensar en el mañana, cuando todo pase, es esencial reivindicar el “valor de la empresa” por su generosa contribución de progreso a todo lo que le rodea y por su capacidad transformadora para crear empleo, calidad de vida y bienestar social.
La empresa genera valor económico y social, y contribuye decididamente a superar todos los desafíos propios de las sociedades avanzadas. Retos que exigen estar constantemente anticipándose y que conlleva requerir de las Administraciones y de los Gobiernos la garantía del ejercicio de la libertad de acción de las empresas. Por tanto, hay que promover una sociedad que sea más empresarial y que asuma sin ambages el “valor de la empresa”.
Los empresarios están acostumbrados a asumir retos. Es más, forma parte de la naturaleza de una empresa tener que superarlos y asumir riesgos. Si no fuera así, si no existieran las dificultades, lo que no habría serían empresas. La novedad es que estos retos son hoy más intensos, más impredecibles y con una mayor concentración en el tiempo.
Como le es natural, desde su propia condición de organización empresarial más representativa de Andalucía, la Confederación de Empresarios de Andalucía defiende, lidera y difunde “los valores de la empresa”, porque encarna un proyecto de creación de valor, tanto para sus miembros, como para el conjunto de la sociedad andaluza de la que forma parte, y actuando siempre con la máxima transparencia como condición indispensable.
CEA tiene también como objetivo el liderazgo de generar la reputación e imagen empresarial, con una clara apuesta por la sostenibilidad económica, social y ambiental, así como por la creación de un marco global que facilite el desarrollo y el propio “valor de la empresa”. Al mismo tiempo, hay que seguir exigiendo el orgullo de ser empresario, así como el derecho al beneficio económico y al de la libertad de empresa.
Llevar a cabo todos estos cometidos, supone para CEA la máxima ambición, así como un gran esfuerzo por dialogar, participar y cooperar, no sólo con las administraciones públicas, sino con el conjunto de los interlocutores sociales, económicos y mediáticos que forman parte del ecosistema natural de la acción empresarial.
En muchas ocasiones parece estar estigmatizada la iniciativa empresarial. Las normas se construyen a base de cautelas y trabas administrativas casi infinitas, desarrollando costes y distorsiones significativas, hasta llegar a situaciones en las que simplemente la opción empresarial se vuelve casi inviable.
Sin embargo, el hecho de que la Junta de Andalucía haya aprobado recientemente un Decreto que modifica 140 normas, para así facilitar la actividad productiva, significa que, al menos, había 140 disposiciones que se han demostrado que dificultaban la capacidad empresarial en nuestra región.
Se trata de tener una normativa inteligente, adaptada a las necesidades reales y que no anteponga determinadas ideologías a la capacidad de forjar progreso por parte de las empresas. Y Andalucía, la sociedad en su conjunto, necesita más empresas y también de más dimensión.
Los empresarios queremos llegar lejos, pues está en nuestro ADN. Nuestra obligación es alcanzar metas lejanas para sumar en este empeño a la sociedad para que avance también con firmeza. Por eso, una vez más, hay que multiplicar la promoción del “valor de la empresa”, porque es la única garantía de progreso. Máxime en estos difíciles momentos en que a todos se nos ha puesto a prueba. Es evidente que con la unidad de acción de todos venceremos esta gran amenaza sanitaria, económica y social.
Javier González de Lara y Sarria. Presidente de CEA.
Agenda de la Empresa. Artículo. El valor de la empresa en tiempos de alarma