Un nuevo informe de la ONU señala que las contribuciones propuestas para el año 2022 representan una reducción de apenas 0,5 gigatoneladas de CO2, que equivalen a menos del 1% de las emisiones globales proyectadas para 2030. Los planes para cumplir el Acuerdo de París no son creíbles.
La directora ejecutiva del Programa, Inger Andersen, sonó la voz de alarma al indicar que el estudio “nos dice en términos científicos fríos lo que la naturaleza nos ha estado diciendo a lo largo del año a través de inundaciones devastadoras, tormentas e incendios sin precedentes: todos debemos dejar de llenar nuestra atmósfera con gases de efecto invernadero y actuar lo más pronto posible”.
Andersen destacó que la oportunidad de efectuar cambios graduales ya pasó y que “únicamente la transformación de pies a cabeza de nuestras economías y sociedades puede salvarnos de la aceleración de la catástrofe climática”.
Un año perdido tras la Cumbre de Glasgow
El informe demuestra que, pese a la decisión tomada por todos los países participantes en la Cumbre sobre el Clima (COP26) de 2021 en Glasgow de potenciar las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (los planes en los que expresan sus compromisos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar el cambio climático), los avances fueron “lamentablemente insuficientes”.
Las contribuciones propuestas para el año 2022 representan una reducción de apenas 0,5 gigatoneladas de CO2, que equivalen a menos del 1% de las emisiones globales proyectadas para 2030.
Esta falta de progreso conduce al mundo a un aumento de la temperatura muy por encima del objetivo del Acuerdo de París que busca un incremento de temperaturas inferior a los 2°, y preferiblemente en 1,5°.
El informe señala que con los compromisos actuales y dependiendo de distintas circunstancias el calentamiento global variará entre 2,4 y 2,8 grados, una situación que pone de manifiesto en términos de temperatura las implicaciones de la diferencia entre las promesas y la acción concreta.
En el mejor de los casos, la aplicación íntegra de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional y los compromisos adicionales de emisiones netas cero apuntan a un incremento de tan solo 1,8 °C.
Por tanto, sí hay esperanza. Sin embargo, este supuesto no es creíble hoy en día debido a la diferencia entre las emisiones actuales, los objetivos a corto plazo de las Contribuciones y los objetivos de emisiones netas cero a largo plazo.
Se necesitan reducciones sin precedentes
Para cumplir los objetivos del Acuerdo de París, el mundo entero necesita reducir los gases de efecto invernadero a unos niveles nunca vistos en los próximos ocho años.
Se calcula que las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional reducirán las emisiones mundiales en 2030 entre un 5% y un 10%. Pero para que el calentamiento global se mantenga en 1,5 °C, las emisiones deben reducirse en un 45% de aquí a 2030. Para alcanzar el objetivo de los 2°, se necesita una disminución del 30%.
Esta enorme reducción de emisiones implica la necesidad de implementar una transformación a gran escala, rápida y sistémica. El informe permite explorar cómo llevar a cabo parte de esta transformación en sectores y sistemas clave.
«Incluso si no cumplimos con nuestros objetivos para 2030, debemos esforzarnos por acercarnos lo más posible a limitar el calentamiento global a 1,5 °. Esto significa sentar las bases de un futuro de emisiones netas cero: uno que nos permita reducir los rebasamientos de temperatura y ofrecer muchos otros beneficios sociales y ambientales, como aire limpio, empleos verdes y acceso universal a la energía”, afirmó Inger Andersen.
Reformar los sectores energético, industrial, del transporte y la construcción
El informe concluye que la transformación hacia emisiones netas cero de gases de efecto invernadero en el suministro de electricidad, la industria, el transporte y la construcción está en marcha, pero necesita avanzar mucho más rápido.
El suministro de electricidad es el sector con mayores progresos, ya que los costes de la energía renovable se han reducido drásticamente. Sin embargo, la velocidad del cambio debe aumentar en paralelo a las medidas para garantizar una transición justa y un acceso universal a la energía.
Para la construcción, es necesaria una rápida aplicación de las mejores tecnologías disponibles. En cuanto a la industria y el transporte, es necesario seguir mejorando y aplicando las tecnologías de cero emisiones.
Los sistemas alimentarios pueden lograr reducciones rápidas y duraderas
Los ámbitos prioritarios para los sistemas alimentarios, que representan aproximadamente un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero, incluyen la protección de los ecosistemas naturales, los cambios alimentarios relacionados con la demanda, las mejoras en la producción de alimentos en las explotaciones agrícolas y la descarbonización de las cadenas de suministro de alimentos.
Estas medidas pueden reducir las emisiones mundiales del sistema alimentario proyectadas para 2050 en aproximadamente un tercio de los niveles actuales, en lugar de casi duplicar las emisiones si se continúa con las prácticas y políticas actuales.
Los gobiernos pueden facilitar la transformación modificando los sistemas de subvenciones e impuestos. El sector privado puede reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, utilizar energía renovable y desarrollar nuevos alimentos que reduzcan las emisiones de carbono.
Además, los ciudadanos pueden cambiar su estilo de vida consumiendo alimentos que favorezcan la sostenibilidad medioambiental y la reducción de las emisiones de carbono.
El sistema financiero debe permitir la transformación
La transformación mundial hacia una economía de bajas emisiones requerirá inversiones de al menos cuatro a seis billones de dólares al año. Se trata de una parte relativamente pequeña (1,5-2%) del total de activos financieros gestionados, pero significativa (20-28%) en términos de los recursos anuales adicionales por asignar.
Pese a la declaración de intenciones, la mayoría de los agentes financieros han implementado medidas limitadas en la mitigación del clima debido a sus intereses a corto plazo, objetivos contradictorios y al reconocimiento insuficiente de los riesgos climáticos.
Los gobiernos y los principales agentes financieros tendrán que reorientarse de manera creíble hacia una misma dirección: una transformación del sistema financiero y sus estructuras y procesos, con la participación de los gobiernos, los bancos centrales, los comerciales, los inversores institucionales y otros agentes financieros.
El informe recomienda seis enfoques sobre la reforma del sector financiero, que deben materializarse de manera simultánea:
- Conseguir una mayor eficiencia de los mercados financieros, entre otras cosas, a través de la fiscalidad y la transparencia
- Fijar los precios del carbono, en forma de impuestos o por los sistemas de límites máximos e intercambio de los derechos de emisión de gases de efecto invernadero («cap-and-trade systems»)
- Apuntalar el comportamiento financiero, mediante actuaciones de políticas públicas, impuestos, gastos y regulaciones
- Crear mercados para el uso de tecnologías con bajas emisiones de carbono, cambiando los flujos financieros, estimulando la innovación y ayudando a establecer normas
- Movilizar a los bancos centrales: los bancos centrales están cada vez más interesados en hacer frente a la crisis climática, pero se necesitan medidas más concretas en materia de reglamentación
- Establecer «clubes» climáticos de países cooperantes, iniciativas financieras transfronterizas y asociaciones de transformación justa, que pueden alterar las normas sustantivas y cambiar el curso de la financiación a través de mecanismos de compromiso financiero creíbles, como las garantías soberanas