Se aprueba una resolución histórica, en la que se reconoce el acceso a un medio ambiente saludable y sostenible como un derecho universal.
El 8 de octubre, un estruendo aplauso resonó en la sala del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. Una batalla librada durante décadas por activistas medioambientales y defensores de los derechos había dado por fin sus frutos.
Por primera vez, el órgano de Naciones Unidas cuya misión es promover y proteger los derechos humanos en todo el mundo, aprueba una resolución que reconoce el acceso a un medio ambiente saludable y sostenible como un derecho universal.
El texto también pide a los países que trabajen juntos, y con otros socios, para poner en práctica este gran avance.
«Profesionalmente, ha sido probablemente la experiencia más emocionante que he tenido o que jamás tendré. Ha sido una enorme victoria del equipo. Se necesitaron literalmente millones de personas, y años y años de trabajo para lograr esta resolución», dijo David Boyd, relator especial de la ONU sobre Derechos Humanos y Medio Ambiente, que estaba en la sala cuando la presidenta Nazhat Shameem, de Fiyi, bajó su mazo, anunciando los resultados de la votación.
Con 43 votos a favor y 4 abstenciones, lo que supuso una victoria unánime, se consiguió aprobar el texto que recoge los esfuerzos de al menos 1100 organizaciones de la sociedad civil, de la infancia, de la juventud y de los pueblos indígenas, que han hecho campaña por el reconocimiento, la aplicación y la protección en todo el mundo del derecho humano a un medio ambiente seguro, limpio, saludable y sostenible.
Pero ¿por qué es importante este reconocimiento y qué significa para las comunidades afectadas por el cambio climático?
Desde Noticias ONU, hemos preparado esta lista de seis cosas clave que debes saber sobre esta resolución.
1. ¿Qué es y qué hace el Consejo de Derechos Humanos? ¿Qué valor tienen sus resoluciones?
El Consejo de Derechos Humanos es un órgano intergubernamental del sistema de las Naciones Unidas, encargado de reforzar la promoción y la protección de las garantías fundamentales en todo el mundo y de abordar las situaciones en las que estas se violan, así como de hacer recomendaciones al respecto.
El Consejo está formado por 47 Estados miembros de la ONU que son elegidos por mayoría absoluta en la Asamblea General y que representan a todas las regiones del mundo.
Las resoluciones del Consejo de Derechos Humanos son «expresiones políticas» que representan la posición de los miembros del Consejo (o de la mayoría de ellos) sobre cuestiones y situaciones concretas. Estos documentos se redactan y negocian entre los Estados con el fin de avanzar en cuestiones específicas de derechos humanos.
Suelen provocar un debate entre los Estados, la sociedad civil y las organizaciones intergubernamentales; establecen nuevas «normas», líneas o principios de conducta; o reflejan normas de conducta ya existentes.
Las resoluciones son redactadas por un «grupo central». En este caso, Costa Rica, Maldivas, Marruecos, Eslovenia y Suiza fueron los países que propusieron la resolución 48/13 para su aprobación en el Consejo, donde se reconoce por primera vez que tener un medio ambiente limpio, saludable y sostenible es realmente un derecho humano.
2. Una resolución que se ha ido gestando durante décadas
En 1972, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en Estocolmo, que concluyó con una declaración histórica, fue la primera en situar las cuestiones medioambientales en el primer plano de las preocupaciones internacionales. Marcó el inicio de un diálogo entre los países industrializados y los países en vías de desarrollo sobre la relación entre el crecimiento económico, la contaminación del aire, el agua y los océanos, y el bienestar de las personas en todo el mundo.
Los Estados miembros de la ONU declararon entonces que las personas tienen un derecho fundamental a «un medio ambiente de una calidad que permita una vida digna y de bienestar», y pidieron medidas concretas. Solicitaron que tanto el Consejo de Derechos Humanos como la Asamblea General de la ONU actuaran.
Desde 2008, Maldivas, un pequeño estado insular en desarrollo que se encuentra en primera línea de los efectos del cambio climático, ha presentado una serie de resoluciones sobre derechos humanos y cambio climático, y en el último decenio, sobre derechos humanos y medio ambiente.
En los últimos años, el trabajo de Maldivas y de sus Estados aliados, así como del relator especial de la ONU sobre Derechos Humanos y Medio Ambiente y de diferentes ONG, ha hecho encaminar a la comunidad internacional hacia la declaración de un nuevo derecho universal.
El apoyo al reconocimiento de este derecho por parte de las Naciones Unidas ha sido aún mayor durante la pandemia de COVID-19. La idea fue respaldada por el Secretario General de la ONU, António Guterres, y la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, así como por más de 1100 organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo. Casi 70 Estados también se sumaron a un llamamiento del grupo central del Consejo sobre derechos humanos y medio ambiente para que se tomen estas medidas, y 15 organismos de la ONU también enviaron una inusual declaración conjunta que abogaba por ello.
«El aumento de las enfermedades zoonóticas emergentes, la emergencia climática, la contaminación tóxica generalizada y la dramática pérdida de biodiversidad han colocado el futuro del planeta en un lugar prioritario de la agenda internacional«, afirmó un grupo de expertos de la ONU en una declaración publicada en junio de este año, en el Día Mundial del Medio Ambiente.
3. David contra Goliat
Para llegar a la votación y a la decisión final, el grupo central ha dirigido intensas negociaciones intergubernamentales, debates e incluso seminarios de expertos, durante los últimos años.
Levy Muwana, defensor de la juventud y ecologista de Zambia, participó en uno de los seminarios.
«De pequeño, tuve esquistosomiasis, una enfermedad parasitaria, porque jugaba en el agua sucia cerca de mi casa. Unos años más tarde, una niña murió en mi comunidad a causa del cólera. Estos sucesos son tristemente comunes y ocurren cada vez con más frecuencia. Las enfermedades infecciosas transmitidas por el agua van en aumento en todo el mundo, especialmente en el África subsahariana, debido al cambio climático», dijo a los miembros del Consejo el pasado agosto.
Muwana dejó claro que su historia no era única, ya que millones de niños de todo el mundo sufren de forma significativa las consecuencias devastadoras de la crisis medioambiental. «1,7 millones mueren cada año por respirar aire contaminado o beber agua contaminada», informó.
El activista, junto con más de 100.000 niños y aliados, había firmado una petición para que se reconociera el derecho a un medio ambiente saludable, y por fin han sido escuchados.
«Hay gente que quiere seguir con el proceso de explotación del mundo natural y no tiene reparos en perjudicar a las personas para conseguirlo. Así que esos poderosos oponentes han impedido durante décadas que esta sala pudiera realizar avances. Es casi como una historia de David y Goliat el hecho de que todas estas organizaciones de la sociedad civil hayan sido capaces de seguir adelante a pesar de esta poderosa oposición. Y ahora tenemos esta nueva herramienta que podemos utilizar para luchar por un mundo más justo y sostenible«, afirma David Boyd, relator especial de la ONU sobre Derechos Humanos y Medio Ambiente.
4. ¿De qué sirve una resolución que no es jurídicamente vinculante?
Boyd afirma que la resolución debería ser un impulsor para una acción más ambiciosa en cada uno de los problemas medioambientales a los que nos enfrentamos.
«Es realmente histórico, y es realmente significativo para todo el mundo porque sabemos ahora mismo que el 90% de las personas en el mundo respiran aire contaminado.
«Así que, de entrada, si podemos utilizar esta resolución como catalizador de acciones para limpiar la calidad del aire, estaremos mejorando la vida de miles de millones de personas», subraya.
Puede que las resoluciones del Consejo de Derechos Humanos no sean jurídicamente vinculantes, pero contienen fuertes compromisos políticos.
«El mejor ejemplo que tenemos del papel que pueden llegar a jugar estas resoluciones de la ONU es si nos remontamos a las resoluciones de 2010 que, por primera vez, reconocieron el derecho al agua. Eso fue un catalizador para los gobiernos de todo el mundo que integraron el derecho al agua en sus constituciones, en sus leyes supremas y más estrictas», dice Boyd.
El relator cita a México que, tras añadir el derecho al agua en la constitución, extendió el acceso al agua potable a más de 1000 comunidades rurales.
«Hay mil millones de personas que no pueden abrir el grifo y tener agua limpia y potable, así que para mil comunidades rurales de México se trata de una mejora que cambia sus vidas. Del mismo modo, Eslovenia, después de incluir el derecho al agua en su constitución debido a las resoluciones de la ONU, tomó medidas para llevar agua potable a las comunidades romaníes que viven en asentamientos informales en las afueras de la ciudad».
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el reconocimiento del derecho a un medio ambiente saludable en todo el mundo reforzará la labor de hacer frente a las crisis ambientales de una manera más coordinada, eficaz y no discriminatoria, ayudará a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, proporcionará una mayor protección de los derechos y de las personas que defienden el medio ambiente, y ayudará a crear un mundo en el que las personas puedan vivir en armonía con la naturaleza.
5. El vínculo entre los derechos humanos y el medio ambiente es indiscutible
Boyd ha sido testigo directo del devastador impacto que el cambio climático ha tenido ya sobre los derechos de las personas.
En su primera misión en un país como relator especial, se encontró con la primera comunidad del mundo que tuvo que ser reubicada por completo debido a la subida del nivel del mar, la erosión de la costa y el aumento de la intensidad de las marejadas ciclónicas.
«Desde ese hermoso paraíso frente al mar en una isla de Fiyi, tuvieron que trasladar toda su aldea tierra adentro unos tres kilómetros. Las personas mayores, las personas con discapacidad, las mujeres embarazadas, ahora están separadas del océano que ha sido el sustento de su cultura y sus medios de vida durante muchas generaciones».
Estas situaciones no sólo se dan en los países en desarrollo. Boyd también visitó Noruega, donde conoció a los indígenas sami que también son víctimas de los efectos del cambio climático.
«Allí escuché historias realmente tristes. Durante miles de años su cultura y su economía se han basado en el pastoreo de renos, pero ahora debido al clima cálido en los inviernos, incluso en Noruega, al norte del Círculo Polar Ártico, a veces llueve.
Los renos, que literalmente durante miles de años habían podido raspar la nieve durante el invierno para llegar a los líquenes y musgos que los mantenían, ahora no pueden raspar el hielo, y se mueren de hambre».
La historia se repite en Kenia, donde los pastores están perdiendo su ganado a causa de las sequías, agravadas por el cambio climático.
«Ellos no han hecho nada para causar esta crisis mundial y son los que la sufren, y por eso es una cuestión de derechos humanos. Por eso es una cuestión de justicia. Los países ricos y las personas ricas tienen que empezar a pagar por la contaminación que han generado para que podamos ayudar a estas comunidades y pueblos vulnerables a adaptarse y reconstruir sus vidas», dijo Boyd.
6. Y ahora qué
La resolución del Consejo incluye una invitación a la Asamblea General de la ONU para que también trate este asunto. El relator especial dice que es «cautelosamente optimista» en cuanto a que este órgano apruebe una resolución similar el próximo año.
«Necesitamos esto. Necesitamos que los gobiernos y todo el mundo se muevan con urgencia. Estamos viviendo una crisis climática, de biodiversidad y de contaminación, y también una crisis de estas enfermedades emergentes como el COVID-19, que tienen causas medioambientales. Y por eso esta resolución es de vital importancia, porque dice a todos los gobiernos del mundo: tenéis que poner los derechos humanos en el centro de la acción climática, de la conservación, de la lucha contra la contaminación y de la prevención de futuras pandemias».
Para la doctora María Neira, responsable de medio ambiente de la Organización Mundial de la Salud, la resolución ya está teniendo importantes repercusiones y un efecto movilizador.
«El siguiente paso será cómo lo traducimos en el derecho al aire limpio y si podemos presionar, por ejemplo, para que se reconozcan las nuevas Directrices mundiales de la OMS sobre la calidad del aire y los niveles de exposición a determinados contaminantes a nivel de país. Asimismo, nos ayudará a avanzar en ciertas legislaciones y normas a nivel nacional», explica.
La contaminación atmosférica, resultado principalmente de la quema de combustibles fósiles, que también acelera el cambio climático, causa 13 muertes por minuto en todo el mundo. Neira pide que se ponga fin a esta «lucha absurda» contra los ecosistemas y el medio ambiente.
«Hay que invertir en garantizar el acceso al agua potable y al saneamiento, en asegurar que la electrificación se haga con energías renovables y que nuestros sistemas alimentarios sean sostenibles», señala.
Según la representante de esta agencia de la ONU, la consecución de los objetivos del Acuerdo de París salvaría millones de vidas cada año gracias a las mejoras en la calidad del aire, la dieta y la actividad física, entre otros beneficios.
«La emergencia climática se ha convertido en una cuestión de supervivencia para muchas poblaciones. Sólo cambios sistémicos, profundos y rápidos permitirán responder a esta crisis ecológica mundial», afirma el relator especial.
Para Boyd, la aprobación de la histórica resolución en el Consejo de Derechos Humanos fue un momento paradójico.
«Había esta increíble sensación de haberlo conseguido y también, al mismo tiempo, una sensación de cuánto trabajo queda por hacer para tomar estas hermosas palabras y traducirlas en cambios que mejoren la vida de las personas y hagan que nuestra sociedad sea más sostenible».
Es de esperar que el recién declarado derecho a un medio ambiente saludable y limpio también influya positivamente en las negociaciones de la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima, COP26, que se celebra en Glasgow, y que ha sido descrita por el jefe de la ONU como la última oportunidad para «cambiar las tornas» y poner fin a la guerra contra nuestro planeta.