10 de julio de 2021.
En todo el mundo, en mayor o menor medida, se suceden tiempos de incertidumbre, pero también de retos y oportunidades. Y es que, inmersos como estamos en el objetivo de salir de la crisis sanitaria del Covid-19, tenemos que reactivarnos tanto social como económicamente.
La vuelta a la normalidad, la superación de las gravísimas consecuencias de esta pandemia, implica grandes dosis de responsabilidad personal y compromiso social. Más en concreto en nuestro país, desde el punto de vista empresarial, debemos regresar también a la mayor brevedad posible a nuestra propia normalidad, no sólo para dinamizar la economía, sino también para avanzar y ser más competitivos en un entorno global. Todo ello, con la vista puesta en el papel clave que pueden tener en el medio plazo los Fondos Next Generation de la Unión Europea en la deseada recuperación, entre otras iniciativas.
En este contexto general, podemos referirnos a la provincia de Málaga, en la que contamos con sectores sólidos y pujantes, que sustentan una economía muy dinámica, y que deben ser escuchados y apoyados: como la industria turística, pilar del empleo, que está haciendo grandes esfuerzos por mantener la actividad, garantizando además la seguridad y la excelencia en el servicio, y que afronta una temporada alta vital para el futuro del sector.
También debemos mencionar ámbitos esenciales como el comercio, la construcción, las nuevas tecnologías o la logística, sin olvidar el papel indispensable del sector agroalimentario, o de los servicios sociales, educativos y sanitarios desde el ámbito privado, que tanto vienen aportando a nuestra sociedad y nuestra economía.
Pero, para que sus esfuerzos den el fruto deseado, es imperativo promover la actividad económica y empresarial: reduciendo cargas fiscales y burocráticas, potenciando el acceso a crédito bancario y extrabancario, favoreciendo la inversión y tomando medidas de carácter transversal, que potencien la colaboración público-privada, orientadas al fortalecimiento de la industria, la digitalización, la innovación, la internacionalización y la consolidación del teletrabajo.
Todo ello, junto a otro tipo de medidas a reclamar que, aunque son de corte general, impactan sobre el tejido productivo: por ejemplo, es necesario incrementar y mantener la inversión pública, como es el caso de las infraestructuras de las comunicaciones o las hidrológicas, que tanto necesitamos, o promocionar la imagen de nuestro territorio en el exterior como lugar propicio para invertir, apostando por una Marca Málaga consolidada y de referencia.
Para ello, desde las organizaciones empresariales recordamos sin descanso la necesidad de favorecer un entorno propicio para la coexistencia de más empresas, con mayor tamaño, y con capacidad para diversificar su actividad en mayor medida, a fin de adaptarse, e incluso anticiparse, a las exigencias de los mercados.
Junto a todo ello, por último, no olvidemos la necesidad de impulsar medidas convergentes con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. Es el momento de seguir apostando por un crecimiento sostenible, inclusivo e integrador, en el que la función social de la empresa alcanza su máximo exponente.
Son muchos los casos de solidaridad, de entrega y de compromiso social (incrementados en esta crisis sanitaria) que se vienen dando en nuestro tejido productivo, y esta conducta es sin duda un elemento de identidad de la empresa malagueña y un distintivo a resaltar en nuestra Marca Málaga.
Javier González de Lara y Sarria. Presidente de CEA.
La Opinión de Málga. Artículo. Málaga, una inversión de futuro