EL RETO DE LA DIMENSIÓN

Artículo del Presidente de CEA en ABC. Suplemento especial Economía Andaluza "Obligados a crecer"

En la actualidad, hablar de política o de sociedad, de economía o de negocio, es hablar de globalización. De la mano de las innovaciones, que han revolucionado en los últimos años los ámbitos de las tecnologías y de las comunicaciones, cualquier acontecimiento, por lejano que parezca, traslada sus efectos de forma casi instantánea por todo el planeta. Por ello, nos enfrentamos cada día a un entorno de cambio acelerado y permanente.

Para este nuevo contexto necesitamos más y mejores empresas. Mayor número y mayor tamaño. La densidad empresarial, que es un buen indicador que mide la propensión a emprender de la sociedad, sitúa a Andalucía aún sensiblemente por debajo de la media. Así, con una densidad de 57 empresas por cada mil habitantes, en nuestra región harían falta cerca de 100.000 empresas más para igualar la media nacional, que se sitúa en el 68 por mil. Mantenemos un diferencial negativo de 11 puntos, que hay que corregir con una clara visión estratégica.

Alcanzar la media nacional; es decir, consolidar cien mil empresas más en Andalucía, supondría disponer de la capacidad para generar en torno a medio millón de nuevos empleos en nuestra Comunidad; o lo que es lo mismo, recortar la tasa de paro regional en más de diez puntos porcentuales.

Pero, además de aumentar el número mediante la creación de nuevas iniciativas empresariales, tenemos que tener en cuenta que nuestro tejido empresarial está atomizado y precisa aumentar su tamaño. Es decir, Andalucía necesita más empresas, pero también de más dimensión que las existentes.

Por tanto, el tamaño medio de la empresa es el gran desafío que debe afrontar el tejido empresarial en Andalucía y en España, si realmente queremos ser protagonistas de nuestro futuro. La atomización que actualmente nos caracteriza no permite concentrar esfuerzos, ni facilita la inversión inteligente en factores de competitividad como son la formación, la tecnología, la innovación, el talento, la calidad, la internacionalización, entre otros.

Baste con observar nuestro entorno más próximo, Europa, para poder apreciar cómo aquellos países que lideran la economía de la zona, como son Alemania y Reino Unido, no se caracterizan por la amplitud en número de su tejido empresarial, sino por la dimensión del mismo, que les dota de mayor profundidad y fortaleza. Así, en estos dos países, que representan el 17,5% de las empresas, ubican su sede el 35-40% de las medianas y grandes empresas europeas, circunstancia que les permite generar el 35-40% del valor añadido empresarial y del empleo asalariado de todo el continente europeo.

Por tanto, a la hora de tomar decisiones como sociedad, debemos tener presente los efectos que la actividad empresarial tiene sobre la creación de riqueza y de empleo. La repercusión última dependerá, en este caso, de la variable de la dimensión junto a la de la densidad; es decir, del tamaño medio empresarial en adición al volumen de empresas por habitante. Es decir, número, densidad y tamaño son los tres parámetros que deben marcar una estrategia global de desarrollo empresarial.

Nuestra gran prioridad de fomentar mayores oportunidades ligadas al empleo, dependerá al final de la fortaleza que demuestre nuestro tejido productivo; o lo que es lo mismo, dependerá de que seamos capaces de competir con garantías en los mercados globales. Ello conlleva, no solo transformar nuestra tierra en un entorno proclive a la creación empresarial, en el que se favorezca la aparición permanente de iniciativas emprendedoras e innovadoras; sino, en especial, saber atraer inversión y aprender a cooperar para dotarnos de mayor músculo y dimensión empresarial.

Para ello, las empresas privadas deben ser protagonistas de la actividad económica, posicionándose como un referente claro de la acción política. Por tanto, el fomento empresarial debe centrar su actuación en potenciar los factores determinantes del crecimiento empresarial, mediante la mejora de la productividad y de la eficiencia, para garantizar el bienestar y progreso en nuestra Comunidad Autónoma.

Javier González de Lara y Sarria