LA INNOVACIÓN Y EL TALENTO, PIEDRA ANGULAR DE LA COMPETITIVIDAD

Artículo del Presidente de CEA publicado en Agenda de la Empresa Nº 203

En este año que ya se acerca a su ecuador, cada día que pasa observamos, con satisfacción, que son más evidentes los indicios de que la economía española, y dentro de ella la andaluza, camina por la senda de la recuperación y el crecimiento. No obstante, consideramos que todavía queda mucho recorrido para que ese crecimiento económico alcance todos los ámbitos, pues hay muchas pymes que afrontan su actividad diaria aún con gran dificultad, y la carencia de empleo es un drama social y personal que mantienen cifras preocupantes, sobre todo entre los jóvenes.

En este contexto, para que las empresas den un salto adelante que tire de nuestra economía y se cree empleo, es imprescindible una apuesta por la productividad y la innovación, conceptos que se realimentan mutuamente. Y no hablamos sólo de grandes apuestas tecnológicas o científicas. Nos referimos también a reinventar todos nuestros procesos en clave de eficiencia, en encontrar nuevos caminos que nos permitan hacer más con menos, y eliminar todo aquello que sea superfluo y no aporte valor.

Sabemos que existen varios caminos para alcanzar la competitividad en el entorno empresarial. Creo necesario poner el acento en las personas, que son las que, en definitiva, integran a las empresas, y hacer hincapié también en su talento; e igualmente en la innovación de las ideas, de los procedimientos y, por supuesto, en el desarrollo de la tecnología y la investigación.

En Andalucía, como en el resto de España, con la llegada del nuevo siglo iniciamos con muy buen ritmo la senda de la innovación y de la adaptación al cambio tecnológico, e íbamos acercándonos, poco a poco, al nivel de nuestros socios europeos. Sin embargo, en los últimos años de crisis se truncó este rumbo. Hubo que cambiarlo, en muchos casos, y dedicar la mayor parte de los esfuerzos a la subsistencia, a sobrevivir ante una larga y profunda recesión económica.

Así, en el año 2010, el gasto en I+D en España y en Andalucía alcanzó su cota más alta, con un 1,4% y un 1,2% respectivamente, de nuestro Producto Interior Bruto destinado a este tipo de actividades. Durante los años anteriores a este ejercicio, se hicieron esfuerzos importantes en acercarnos a los países mas desarrollados tecnológicamente, como eran Alemania, Japón y Estados Unidos, que presentaban gastos de I+D+i superiores al 2%.

La buena noticia es que hoy en día, a pesar de que los últimos datos disponibles del año 2013 no son aún destacables (1,02% del PIB); la situación de mercado, que se mueve entre nuestras empresas, comienza a manifestarse como brotes de ilusión y de oportunidades en un nuevo escenario más competitivo, que recupera de manera renovada la innovación y el talento.

Desde la Confederación de Empresarios de Andalucía siempre hemos entendido, y así lo hemos venido manifestando en reiteradas ocasiones, que ahora más que nunca, resulta imprescindible volver al compromiso con la I+D+i, y la economía digital como pilares sobre los que debe girar el futuro de nuestro sistema productivo.

En este sentido, tenemos que aprovechar nuestra experiencia anterior, y que el pasado nos permita ver un futuro más esperanzador; sin que, por ello, volvamos a caer en el error de centrar el desarrollo tecnológico exclusivamente en los sectores innovadores de alta capacidad evolutiva.

Por ello, la innovación debe estar presente en todo tipo de actividades productivas de Andalucía que creen empleo y riqueza. Por la sencilla razón de que sectores tradicionales como pueden ser el turismo, la agricultura, la madera o la minería, entre otros, serán sectores potenciales y de crecimiento en nuestra comunidad, si somos capaces de extraer el máximo de cada uno de ellos.

También, por supuesto, los tradicionalmente estratégicos e innovadores, con gran potencial de crecimiento y de internacionalización, como el biotecnológico, TICC, energético, aeronáutico, agroindustrial y metalmecánico; a los que debemos seguir apoyando y trabajando con ellos para que puedan crecer y ser más competitivos en el menor tiempo posible.

Por tanto, Andalucía debe configurarse como un conjunto, donde tanto los sectores tradicionales como los estratégicos, puedan desarrollarse en armonía, y que se complementen unos a otros y participen de manera que formen un engranaje compacto y perfectamente engrasado.

Por otro lado, teniendo en cuenta las restricciones presupuestarias a las que se enfrenta la I+D+i tanto a nivel nacional como regional, se hace imprescindible una revisión de las prioridades del gasto por parte de la Administración y, en su caso, la reasignación de fondos y partidas, hacia iniciativas que fomenten la competitividad y la investigación aplicada y de calidad, que favorezcan e incentiven una mayor inversión privada en esta materia.

La colaboración público-privada, debe verse priorizada como vínculo entre la innovación y la industria, siguiendo la línea que marcan las distintas propuestas de reindustrialización de la Unión Europea. Dentro de esta colaboración, una de las iniciativas en las que debemos trabajar es la denominada Compra Pública Innovadora, como nueva fórmula de financiación y de estimular el desarrollo de nuevos mercados y fortalecer la capacidad competitiva de las empresas en nuestra región.

La transferencia tecnológica y de conocimiento entre los agentes del sistema andaluz del conocimiento y el sector privado, la valoración positiva de la participación de investigadores en proyectos empresariales, los incentivos a proyectos que contribuyan a la creación de valor y de empleo, son también medidas que deben reforzarse para dar respuesta a los grandes retos sociales y económicos que demanda la sociedad actual.

Simultáneamente, tenemos a corto plazo el reto de posicionar a nuestras empresas en la llamada Economía Digital. Hay que ofrecerles un conjunto de mecanismos, herramientas y servicios imprescindibles y en constante evolución, que permitan incrementar la competitividad y la presencia internacional de las pymes andaluzas.

La innovación en la implantación eficiente de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, el desarrollo del comercio electrónico, la producción de nuevos contenidos tecnológicos y su transformación global al mundo digital, permitirán a las empresas afrontar, con mayores garantías de éxito, los retos que ofrece esta nueva economía.

Javier González de Lara